Los tatuajes de esta publicación tienen ya seis años, en un principio quería publicar una amplia remesa de publicaciones muy completa, pero a este paso nunca voy a poder ponerme al día, así que he decidido resumir en las recopilaciones por fecha los trabajos más significativos y agilizar la muestra de tales para poder exponer trabajos más actuales.
Es por eso que esta recopilación será algo más extensa de lo habitual, espero poder acompañarla de una lectura lo bastante interesante.
No obstante esto no quiere decir que vaya a omitir todos los trabajos de estos años, en las redes sociales hay una mayor selección de trabajos de Roots Tattoo, en especial en Instagram.
Tras un cuarto de siglo tatuando (26 años ya) creo que puedo observar mi trayectoria, con el gran bagaje de éxitos y fracasos, de vicios y virtudes, de esperanzas y desdichas, y que va siendo hora de mostrar el resultado, resumir un poco el pasado para mostrar en qué me he convertido.
No ha sido un aprendizaje rápido, soy un tatuador autodidacta de la vieja escuela (1996 fue el año en que comencé allá en Jerez), y cuando miro mis trabajos del pasado advierto la ingenuidad de la juventud, la prisa de la inconsciencia, el ánimo y la motivación del progreso, la inquietud de la inseguridad… pero lo que más veo es el esfuerzo y la constancia de toda una vida dedicada a este arte.
No ha sido un camino llano ni perfecto, han habido grandes decepciones, triunfos, batacazos y dificultades que han ido forjando mi estilo y mi carácter hasta lo que hoy soy. Nunca me ha atraído el creciente elitismo que inunda esta profesión, procuro tratar a cada persona con humildad y profesionalidad, tratando de entender sus propuestas y aportar soluciones constructivas.
Soy consciente de los errores que he cometido en mi carrera, también de los aciertos, aunque puede que en menor medida, pero es bien cierto que aprendemos más de los fracasos, y solo somos vencidos cuando dejamos de levantarnos. 26 años. Da tiempo a equivocarse y a redimirse muchas, pero que muchas veces, y deben tenerse todos ellos en cuenta para no volver a cometer los mismos errores, y tener la capacidad de superar los venideros. Los problemas que tenemos son tan grandes como pequeña es nuestra capacidad de resolverlos.
Han sido muchas las veces que uno ha pensado en tirar la toalla, no es España un país que nos lo ponga precisamente fácil a los autónomos, como tantos otros me he visto en más de un sinsalida, frente a adversidades que parecían imposibles de sortear, pero cuando rendirse no es una opción no queda otra que aguantar el tipo, coger aire e ignorar críticas, mantenerse firme y buscar la forma de mantenerse a flote como sea.
A veces se tiene suerte, a veces no, a veces se recibe ayuda y muy a menudo se está sol@, pero lo que está claro es que para lograr un objetivo hay que tener una actitud adecuada. Por fácil que nos lo puedan poner algunas personas o lo mucho que nos quieran hundir otras nuestra capacidad de supervivencia depende de la inteligencia con la que sepamos jugar las cartas que nos hayan tocado.
Precisamente ahora me ha tocado el infortunio, tras una racha floja y con la agenda de nuevo llena una lesión de mano me impide trabajar al menos en un mes, ahora toca anular todas las citas de las cuales muchas no volverán porque vienen a Granada solo para Navidad o el puente de Diciembre, se va al traste la economía en un mundo en el que cada vez cuesta más pagar todo solo por un accidente.
Si no hubiera pasado en otras ocasiones por situaciones similares estaría mucho más agobiado (que ya lo estoy bastante), pero esto no ayuda, hay que buscar esperanza y motivación, hacer sacrificios, ser positivo y constructivo, apretar el culo y tirar para adelante.
“No siempre se consigue lo que se quiere pero intentándolo se consigue lo que se necesita, y para aquel que cree en sus sueños rendirse es la mayor de las traiciones”
Por más que haya pasado uno por etapas buenas y malas siempre el presente parece más intenso para las dificultades y el pasado se vuelve más dulce para los buenos momentos, lo cual resulta un tanto paradójico, el paso del tiempo hace quitar importancia a las cosas malas y endulza las buenas, que no somos capaces de apreciar cuando las estamos viviendo, solo nos damos cuenta de la felicidad cuando la echamos en falta.
Como ya sabréis los que os paréis a leer mis recopilaciones por fecha, no suelo escribir sobre las imágenes que acompañan al texto, se me hace aburrido y me parece bastante carente de interés. Suelo hacer una escritura libre, hablo de lo que me pasa por la cabeza sobre la marcha, sin intención de ir a ninguna parte, solo doy a conocer cómo soy, cómo pienso.
Puede parecer que esto no sea de importancia para el lector, pero sí que tiene una función muy relevante. Cuando una persona se interesa por el trabajo de un tatuador puede que no solo le interese el aspecto técnico o artístico, a veces también necesita saber cómo piensa, sentirse identificad@ con el/la artista porque puede que no quiera que alguien con unos ideales muy opuestos a los suyos le tatúe un tatuaje muy concreto, o intuye que una persona que empatiza con ella puede aportar más valor o significado a su obra.
Este fenómeno es ambidireccional. También yo me doy cuenta de que si un/a usuario/a comparte conmigo lo que quiere expresar en su piel, si le conozco o voy conociendo estoy en mayor disposición de realizar un trabajo más personal y adaptado a sus necesidades.
Otro motivo de la escritura libre o pensamiento escrito es no solo dar a conocer mi forma de pensar sino también ofrecer la posibilidad de inspiración. A menudo l@s coleccionistas* de tatuajes solo buscan imágenes que les den ideas para realizarse un nuevo tatuaje, buscan un valor únicamente estético, cuando en realidad es la idea que representan lo que de verdad dan un mayor valor personal a un tatuaje.
Las ideas que nos vienen a la cabeza de manera forzosa son demasiado estereotipadas. Cuando tratamos de obligar a nuestro pensamiento a que se nos ocurra una temática original para nuestra piel suelen salir bastantes tópicos en lo referente a su significado nos demos cuenta o no. Sin embargo, cuando dejamos que nuestra curiosidad o nuestro interés vuelen libres sin un rumbo fijo es cuando aparecen ideas más interesantes y originales para hacer.
Lo que quiero decir es que a veces para que surja algo la mejor manera no es forzarlo sino dejarlo fluir para que aparezca la idea dando todos los rodeos que sean necesarios por los rincones de nuestra mente, totalmente libres de posarse donde quieran.
La forma de guiar este pensamiento libre sin forzarlo es un poco un arma de doble filo, no es fácil desinibirse por completo de condicionantes que contaminen la pureza de la mente. A veces es necesario entrar en un estado previo de relajación y meditación, vaciar la mente para que no nos influyan ideas preestablecidas que tengamos y puedan bloquear el acceso a la esencia primaria de nuestra imaginación, nuestra experiencia previa evita que seamos libres de mente.
Somos esclavos de lo que creemos ser o creemos saber de nosotros mismos y del resto del mundo, y cuanto más intentamos entender más perdidos estamos porque solo usamos una herramienta al mismo tiempo para analizar nuestra realidad cuando en realidad necesitamos tres.
Hay una persona a la que admiro mucho y a quien recomiendo fervientemente que explica muy bien este concepto, el Dr Karmelo Bizkarra. En varias de sus conferencias menciona tres estados de consciencia humana a las que se las asocia con tres animales; el águila, el león y la vaca. A continuación voy a tratar de explicarlas de la mejor manera que modestamente pueda.
La vaca representa el mundo físico, lo directamente somático, se resume solamente en escuchar al cuerpo, que es lo más obvio y fácil de descubrir en uno mismo. Sabemos reconocer fácilmente cuándo tenemos hambre, sueño, cuándo nos duele algo… son sensaciones muy obvias que no siempre tienen su origen en el mundo físico, aunque siempre busquemos el motivo en su propio estado de consciencia, ignorando la interacción entre los tres filtros que tenemos para sentir el mundo (cuerpo, mente y espíritu), por ejemplo quien asocia el hambre con el haber comido o no, cuando se puede perfectamente no tener hambre a pesar de realizar un largo ayuno debido a la interrelación entre los tres cuerpos si somos capaces de escucharlos. No sólo de pan vive el hombre, como se suele decir.
Corporalmente la vaca se sitúa en el estómago, que es la zona donde procesamos la materia, el alimento físico, nuestra parte más mundanal. El águila la asociamos a la cabeza, al cuerpo mental y el espíritu, el león, lo ubicamos en el pecho, en el corazón.
El león es el espectro cognitivo que controla los sentimientos, lo que con cierta influencia de la mente (el águila) podríamos considerar el alma, la encargada de alimentar ese otro aspecto necesario de la vida que no es sustancial pero es también necesario para vivir. La vaca es necesaria para sobrevivir, pero es el león el que nos da las emociones que nos hacen sentir vivos, sin un cuerpo sintiente no habría vida antes de la muerte.
El águila es la representación de nuestra inteligencia, nuestro cuerpo racional, que mantiene un eterno tira y afloja con el león a la hora de definir nuestra conducta con nuestro entorno. Hay personas más efusivas, que se dejan llevar más por los sentimientos y son más viscerales, más pasionales, mientras las personas que razonan las cosas antes de actuar están siguiendo las instrucciones del águila, mucho más autoconservadora.
El cuerpo racional o intelectual nos hace no comprender dilemas existenciales, pero sí plantearnoslos. Siempre se ha dicho que los tontos son (o somos) más felices. Cuando tratamos de comprender nuestros sentimientos empezamos a dejar de sentir o a hacerlo con menos intensidad, es como un yin-yang entre razón y corazón en el que cada persona tiene su equilibrio característico tanto a rasgos generales como en momentos puntuales.
También es posible dejarse llevar por la vaca, ser una persona que no se pare a plantearse aspectos intelectuales ni tenga una sensibilidad emocional muy desarrollada (el aspecto sentimental no se refiere solo al temperamento, sino que abarca todo tipo de emociones), que viven la vida de una forma resignada sin pena ni gloria, que no se arriesgan a vivir, también merecen nuestro respeto.
Podríamos comparar estos tres cuerpos con una CPU, en la que la vaca (el cuerpo) sería la fuente de alimentación, el sistema de refrigeración y el cableado en general, el león (alma) sería el hardware y el águila (mente) el software. Se necesita una coordinación entre todos los elementos para que la máquina funcione, y a esto iba cuando me refería a usar tres herramientas.
En el apartado “LA INTUICIÓN” de mi artículo “CÓMO CONTROLAR EL DOLOR EN UN TATUAJE” (2015) distingo entre cuatro tipos de comportamiento; intuitivo, impulsivo, racional e intuitivo. Aún no había tenido la suerte de conocer la medicina higienista ni había escuchado hablar de los tres cuerpos que acabo de desarrollar brevemente, pero ya había sacado mis propias conclusiones al respecto.
En este apartado que recuerdo con muchísimo cariño hablo sobre la conducta INSTINTIVA, que podría relacionarse con la vaca, comemos cuando tenemos hambre, hacemos nuestras necesidades cuando nos lo pide el cuerpo (aunque lo podamos controlar hasta cierto punto) y respiramos por puro instinto, no necesitamos pensar ni sentir para saberlo, es nuestro comportamiento más animal, aunque pueda parecer que sea el siguiente:
La conducta IMPULSIVA está claramente relacionada con los sentimientos, con el león. El amor, el odio, el asco, la pena, el miedo… son emociones que nos hacen reaccionar de formas a menudo irracionales. Son sensaciones que no conviene guardarse, que conviene desahogar para tener un equilibrio emocional, pero que necesitan ser canalizadas para no herir física o emocionalmente a nuestros congéneres. No estoy seguro de si podemos hablar de que exista un daño intelectual, porque este directamente se derivaría hacia el corazón así como el comportamiento visceral debe ser filtrado por la razón, la interactuación entre la razón y los sentimientos (SENTI-MENTAL) es muy íntima y estrecha, e incide directamente en la salud del cuerpo físico.
La conducta RACIONAL se corresponde obviamente con la mente, el águila. Es una herramienta tremendamente útil no solo como amortiguadora de las emociones, sino como medio para conocer la realidad común, la realidad propia y la diferencia entre ambas. Es el tipo de conducta más segura para la autoconservación.
En el capítulo antes citado menciono la conducta INTUITIVA como otro tipo de comportamiento que no está del todo emparentado ni disociado de las otras conductas. En las decisiones por intuición lo que hacemos es como tirar de una palanca de una máquina tragaperras y esperar a ver qué conductas te guían, pueden salir dos partes de conducta racional y una instintiva, tres partes de conducta impulsiva, etc.
Ante una duda en la que decidimos buscar una solución intuitiva lo que estamos haciendo es analizar la cuestión a decidir pasándola por los tres filtros básicos, escuchándolos a los tres para decidir qué cantidad de razón, impulso o instinto, de ver, sentir o hacer es la apropiada para cada momento. Cuando hacemos un balance continuo del filtro más adecuado para adaptar nuestra conducta actuamos de manera más natural y equilibrada.
Esto no quiere decir que la persona más equilibrada sea la que actúa en un tercio por cada tipo de conducta primaria, según la personalidad y el estilo de vida puede necesitar más cantidad de conducta impulsiva, racional o instintiva. La conducta intuitiva lo que hace es seleccionar la respuesta más adecuada apoyándose en el análisis con la mente, el corazón y el estómago.
Si prestamos atención a estos conceptos estamos fomentando el autoconocimiento como terapia magna, pensar el sentir y sentir el pensar antes de hacer. Esta actitud conscientemente desarrollada es muy útil cuando un@ quiere tener alguna idea que no esté demasiado condicionada por estímulos externos, nos predispone a tener un criterio más libre.