(CONTINÚA DESDE LA PRIMERA PARTE)
Hasta ahora hemos hablado de que el primer paso para que no te duela un tatuaje es tener una predisposición positiva previa a su realización.
También hemos hecho una alusión a cómo modular la respiración para optimizar la concentración, fundamental para el manejo del dolor y el estrés.
Cuando una persona alcanza un nivel alto de concentración puede maximizar sus facultades mentales en una relación directamente proporcional a esta.
Una vez optimizadas las condiciones mentales podemos centrar nuestra atención en aquello que queramos. La atención es la herramienta que permite que el rendimiento extra que obtenemos mediante la concentración sea provechoso para nuestros intereses.
La atención es como un punto de mira con el que podemos dirigir la concentración hacia donde queramos dentro o fuera de nuestro ser. Podemos centrarla en ejercicios de cálculo, estimular la memoria o la creatividad e incluso para buscar soluciones a problemas personales mediante una visión de ellos más amplia, imparcial y objetiva.
Aparte de estas aplicaciones estrictamente funcionales la concentración puede dirigirse hacia la percepción sensorial.
La percepción es la llegada de estímulos del exterior de nuestro cuerpo mediante los órganos de los sentidos. Así, podemos dirigir nuestra atención hacia un estímulo concreto de dentro o fuera de nuestro cuerpo. Se puede incluso centrar la atención en la percepción del entorno privados del sentido del que más dependemos, la vista.
Se puede captar el entorno que nos rodea sin necesidad de verlo. Puedes localizar un mosquito mediante el volumen de sonido de sus alas en relación a tus dos oídos, puedes saber de dónde viene un olor por la sensación de la brisa en tu piel o sentir el movimiento de las ramas de un árbol por las alteraciones de percepción de calor en nuestra piel producidas por la sombra de sus hojas.
En esto consiste sentir de forma activa, en la percepción del mundo como un propósito, como un objetivo. Pero esto no es todo. La percepción puede llegar a mucho más que esto mediante la consciencia de la energía.
Aparte de por el sonido del compresor, podemos sentir cuándo se activa el motor de la nevera porque notamos ciertas vibraciones que son producidas por el circuito eléctrico al poner en movimiento una gran cantidad de energía.
Las neuronas son las encargadas de transmitir mediante impulsos bioeléctricos la percepción de estímulos y las respuestas a nuestro cuerpo para que realice una acción en consecuencia, una reacción.
Cada neurona recibe el estímulo mediante las dendritas, unas ramificaciones sensibles a la energía eléctrica, y traspasa este impulso nervioso a través del terminal del Axon, que equivaldría al aguijón si la neurona fuese un escorpión.
La electricidad también emite ondas de baja intensidad, luego si las neuronas son electrosensibles no es imposible a nivel celular sentir la energía.
Es por esto que cuando todo está en silencio y hay otra persona en la habitación de cuya presencia no nos habíamos percatado y de repente notamos que está ahí. Es como si la oyéramos respirar aunque no emita ningún sonido. Es porque estando concentrados en otra cosa nuestra atención se ha visto atraída por la alteración de la energía del entorno, que ha sido captada incluso de manera inconsciente.
El gremio de los masajistas es un gran ejemplo de personas muy sensibles a la alteración de la energía en el cuerpo de la persona a quien aplican el masaje. Mediante esta hiperdesarrollada sensibilidad en las manos (de las cuales hablaremos extensamente en la cuarta parte de este artículo) algunos masajistas lo describen como que lo que hacen es localizar la energía negativa en el cuerpo y extraerla con las manos para que la positiva pueda entrar en el cuerpo y lo ayude a sanar.
Todos generamos energía eléctrica y calorífica perceptible, ya que el umbral de lo subliminal está influenciado por nuestra capacidad de concentración, pero no solo los seres vivos y los aparatos eléctricos tenemos energía. Una roca suspendida en el aire está cargada de energía cinética potencial, la materia combustible tiene energía calorífica en reserva, mediante la cual se transforma al arder. Otros materiales tienen potencial para generar electricidad estática. Incluso el propio movimiento del planeta nos carga de energía cinética.
Es obvio que podemos sentir la energía calorífica, solo tenemos que acercar las manos a un fuego, y la energía cinética es también perceptible por medio de ondas y vibraciones cuando una gran masa que se mueve a gran velocidad pasa por nuestro lado, como por ejemplo un tren. No solo percibimos la corriente de aire que desplaza, también sentimos la atracción de su masa y su fuerza aprisionarnos el pecho y hacernos sentir pequeños. La energía no es solo vida, y no siempre es positiva, pero ya hablaremos de eso.
Respecto a la energía cinética potencial, y esto lo planteo a modo de hipótesis, es posible que también estemos capacitados para sentirla.
Cuando estamos situados a gran altura nos cargamos de energía cinética. Es posible que las personas que sufran de vértigo o atracción al vacío tengan una aguda percepción de la energía potencial, la cual genera la reacción psicosomática producida por el miedo.
La más obvia reivindicación a esta teoría es por el conocimiento previo de que si nos caemos de gran altura nos hacemos daño, y al ver la altura reaccionamos en consecuencia como instinto de autoconservación. El miedo es otra reacción natural del cuerpo que funciona como el dolor. Igual de primaria y de difícil control, pero igualmente necesaria para nuestra supervivencia.
La única forma posible de comprobar si la energía potencial es perceptible sensorialmente sería encontrando a una persona invidente que padeciera vértigo sin tener VPPB (Vértigo posicional paroxístico benigno), una dolencia que causa los mismos síntomas que el vértigo por las alturas debida a la presencia de partículas de sedimentos óseos en el oído interno, generalmente por alguna lesión.
La capacidad de percibir la energía eleva el nivel de la concepción de la percepción. Pero para que esta percepción sea sensible conscientemente es necesario un alto grado de concentración para lograr la sinestesia, que es algo así como una combinación de todos los sentidos, incluido el pensamiento.
Sé que estoy extendiéndome mucho con el tema de la energía y la percepción, tanto que hemos llegado al final de este capítulo a expensas de una conclusión. Es porque considero necesario un amplio desarrollo de la idea para el mejor entendimiento de las técnicas para controlar el dolor que un tatuaje puede producir.
En el próximo apartado concluiremos con el tema de la percepción con un término enigmático y prometedor dentro de este campo; la intuición.
Hasta Pronto.