Hay ciudades a las que se las suele reconocer por alguna característica en particular, podemos reconocer el perfil de París por la torre Eiffel o New York por la estatua de la Libertad. En el caso de Granada tenemos la Alhambra, símbolo de la ciudad y de su historia, candidata a maravilla del mundo y muestra de raíces culturales históricas de la tierra.
Suele decirse que a Granada siempre se vuelve, que tiene cierto encanto que embruja a sus habitantes y visitantes, y es una ciudad que debido a la gran afluencia de estudiantes tiene siempre mucha vida y una continua renovación de la población que mantiene la ciudad joven y deja su recuerdo en forma de suspiro en todo aquel que en ella ha vivido.
Y como los buenos recuerdos son los que no queremos olvidar y al fin y al cabo lo que nos queda de nuestras vivencias, es mucha la gente que se hace tatuar los elementos que caracterizan a la ciudad de Granada, tanto la propia Alhambra como los muchos motivos de decoración o caligrafía árabe que pueden simbolizar o evocar el recuerdo o el apego a esta pequeña gran ciudad en la que vivo hace más de media vida y a la que considero un hogar para mí y para todo aquel que la quiera.