Seguimos avanzando en la trayectoria histórica de este veterano estudio de tatuajes de Granada con trabajos realizados en el año 2015, ya habían llovido diez años desde que abrió Roots Tattoo, y más que tendrá que llover.
Es increíble lo que se ha expandido el arte del tatuaje* desde mis comienzos a mediados de los noventa, en esa época (yo aún vivía en Jerez de la Frontera) solo habían cuatro estudios de tatuaje en toda provincia de Cádiz, ninguno de ellos en Jerez, donde abrió Arturo el primero en 1999.
Veinte años después el pasado 11-12-13 de Octubre (2019) se celebró la primera convención de tatuajes de Jerez (coincidiendo con el 5 aniversario de esta web) con bastante afluencia de gente.
En estos tiempos los estudios de tatuaje no tenían una licencia específica, sino que tenían que solicitar una de peluquería o salón de belleza. No existió una licencia concreta de estudio de tatuaje en Andalucía hasta 2002 (y la normativa para las tintas es de 1997, aún estamos esperando los tatuadores españoles a que la adapten para poder usar las mismas tintas que están aprobadas en el resto de Europa).
Hoy por hoy sólo en la ciudad de Granada y sus inmediaciones hay alrededor de 60 estudios profesionales de tatuaje y/o piercings, más los que tatúen en sus casas, que probablemente sean incluso más de los que lo hacen en estudios, por lo que pueden haber a ojo al menos unas trescientas personas tatuando en Granada.
Esto hace que se abra el abanico de opciones que tiene el coleccionista* y permite también que los tatuadores/as puedan especializarse en un estilo concreto para sacarle el máximo rendimiento. También la globalización y las redes sociales han ayudado a darse a conocer a los artistas tatuadores y ha ampliado la visión, la aceptación y la cultura del público medio.
Es una perspectiva prometedora ver hasta dónde ha evolucionado el mundillo, cómo se ha incrementado la afición por esta forma de arte y la calidad de los artistas. También es gratificante ver el continuado crecimiento de la aceptación social del tatuaje.
Realmente cuando empecé no pensé que nunca iba a ver una calidad artística tan grande y diversificada en los trabajos de los artistas que sigo en redes sociales, ni una normalización tan rápida y un consumo tan elevado del público en general.
La única pega que podría ponerse a esta proliferación es la pérdida de la esencia del SIGNIFICADO DEL TATUAJE, es cierto que una gran parte de los coleccionistas hace un uso meramente estético o por moda, pero hay también un gran sector que se toma muy en serio el compromiso con uno mismo que supone cada tatuaje que luce en su piel.
Es cierto que no todo el mundo tiene la imaginación o la creatividad para idear grandes metáforas que expresen profundas reflexiones existenciales, y recurren a fijarse en lo típico que se suela hacer la gente.
Pueden expresarse sentimientos o ideas sencillas que sean importantes para el coleccionista de forma original y estética, con buen gusto, pero tanto el artista emisor como el receptor de la técnica deben tener una buena comunicación y una actitud apropiada. Si un cliente entra en en un estudio de tatuajes y dice “-Quiero hacerme el nombre de mi prima porque la quiero mucho, pequeñito, donde tú veas que quede bien” y el tatuador lo hace sin más no se está haciendo un uso correcto de la técnica.
La forma ideal sería decir: “-Buenas, estaba pensando en hacerme un tatuaje que me recuerde a mi querida prima”, y así da pie a que el tatuador se vea involucrado y juntos busquen alguna forma más artística de expresar el concepto.
Otra actitud que no es la idónea por parte del usuario aparte de la falta de imaginación (de la cual nadie tiene la culpa) es la falta de flexibilidad o de comprensión. Si exiges un acabado pese a las advertencias que te diga el tatuador probablemente el resultado no será el mejor posible. Tampoco es lógico pedirle a un tatuador normalito que copie el trabajo de algún gran artista de talla internacional esperando que el resultado sea el mismo.
Aquí entramos un poco en el respeto del cliente hacia el trabajo del tatuador. Una actitud que ofende, desmoraliza y/o cabrea es cuando el cliente exige que le plagies alguna fotografía de un tatuaje que ha bajado de internet que puede ser demasiado buena o mala para la capacidad del tatuador, y este propone cambios, mejoras o directamente admite que lo que se le está pidiendo no es de su especialidad o está por encima de sus posibilidades.
Después de argumentar y de proponer alternativas es muy frustrante que tras mucho tiempo y esfuerzo dedicados cuando se le ofrece una propuesta más viable o incluso mejor el cliente dice sin apenas mirarla: “-No, lo quiero como el de la foto”. Resulta muy grosero y de mala educación ese desprecio del cliente hacia el esfuerzo del tatuador, y normalmente esto hace que se tenga que buscar a otro tatuador. También quejarse del precio suele ser un gesto feo de desprecio, y más cuando el tatuador se pueda estar enrollando. Por otro lado también hay tatuadores que se sobrevaloran un poco, que te pegan un sablazo de campeón del mundo por un trabajo normalito, porque saben que mucha gente valora lo estético en función del precio en lugar de al revés, y en ocasiones el caché no es suficiente para ciertos precios, el caso es que a veces se juega con la tendencia general de atribuir mayor valor a las cosas caras y de menospreciar a quienes son compasivos. La gente respeta más el poder y la fuerza que la buena voluntad y la compasión.
No estoy diciendo en absoluto que todos los tatuadores que cobran una cantidad de dinero más elevada que la media estén engañando a nadie, solo que cuando un usuario solicita un trabajo debe tener el criterio suficiente y ver sus trabajos para valorar si el precio impuesto está realmente a la altura de sus aptitudes. Un buen trabajo de un artista de renombre obviamente vale dinero.
Por parte de los tatuadores también los hay que tengan una actitud maleducada, habitualmente por prepotencia y que no tienen en absoluto consideración por la opinión o los requisitos que el coleccionista demanda. La educación, el respeto y la actitud cooperativa es esencial en ambas partes, si existen conflictos de autoridad o amagos de sometimiento se estropea el vínculo necesario para que el tatuaje sea totalmente satisfactorio.
Por muy bonito que salga un tatuaje, el coleccionista lo valorará menos si recuerda con desagrado el trato con el autor, y el tatuador lo recordará con menos agrado si el usuario manifestó descontento con el precio o desatendió con desprecio las sugerencias de mejoras o alternativas para resolver el trabajo por ahorrarse dinero o por simple terquedad.