La zona pélvica es muy demandada para la realización de tatuajes, especialmente en coleccionistas del sexo femenino.
El motivo de esto es que en la anatomía de la mujer esta es una zona más característica debido a la mayor anchura de las caderas y estrechez de hombros respecto a la del hombre, por lo que es más llamativa y sugerente.
Además es la única zona en la que el cuerpo masculino y femenino se diferencian a nivel óseo, dado que la mujer necesita una anatomía específica para poder dar a luz.
Esta parte del cuerpo, pese a ser relativamente pequeña, es de las que tiene mayor complejidad por lo irregular de su perfil.
Es una ubicación idónea para tatuajes de pequeño y mediano tamaño, ya sean alargados como redondeados, aunque la compleja estructura de la cintura pélvica exige ubicaciones concretas para cada forma.
Esta zona está regida por la parte apreciable del hueso de la pelvis, es decir, la superior a ambos lados. La protuberancia ósea obliga a acomodar a ella las formas que queramos insertar, ya que es un condicionante que no podemos ignorar.
Tanto si queremos introducir una forma alargada como redonda en el pubis debemos ceñirnos al interior del hueso, sobre el ligamento inglinal.
La altura y el tamaño del tatuaje están muy sujetos a las características particulares de cada individuo, dado que es una parte del cuerpo muy variable en función del sexo, la complexión, el peso, la estatura, anchura de huesos, etc, y por ello la situación correcta de un tatuaje será variable en cada individuo.
Un tatuaje de forma redondeada debe introducirse en la zona blanda, cerca del hueso pero sin invadirlo, a no ser que tenga un tamaño considerable y no haya otra solución que permitirle una pequeña intrusión.
Un tatuaje de gran tamaño y forma ovoidal o acampanada no puede disponerse en horizontal en la cara anterior del pubis, y si se sitúa en vertical no debe tener una forma regular, sino que debe amoldar su forma inferior a la inclinación que nos marca la cadera, ya que si le impone una forma hermética que rompa su dirección natural restará la exuberancia natural de la zona, mientras que si la acompaña con naturalidad estará potenciándola notablemente, consiguiendo exaltar su atractivo.
En la cara anterior de la cintura/pelvis solo hay un modo de situar un tatuaje horizontal de mediano o gran tamaño (relativamente grande, dado el tamaño de la zona) y es en el centro, sobre el sexo, con forma de trapecio invertido, de forma que se ciña a la dirección de ambas caderas.
Esta adaptación a ambas caderas o crestas ilíacas es también posible mediante un tatuaje alargado en forma de “V”.
Si queremos integrar un tatuaje alargado en una de las caderas tenemos la licencia de invadir ocasionalmente la zona ósea, en especial si se trata de diseños de forma espigada como enredaderas o tribales.
En estas ocasiones, a lo que debemos prestar mayor atención es a que el nervio principal del diseño se adapte bien a la forma del hueso.
El tatuaje puede prolongarse desde la parte inferior del pubis hacia el coxis pudiendo también llegar desde ambos lados simétricamente, o bien subir por la espalda ya sea por el costado o por la columna vertebral.
Es posible cruzar la espalda de un lado a otro, pero prestando mucha atención a la anatomía, abandonando prematuramente la cresta ilíaca para dibujar la parte superior del músculo lumbar hasta la tangente en la que comenzaría a bajar en el que realizaría un cambio de cóncavo a convexo sobre la columna vertebral para acompañar la dirección de la parte baja del trapecio hacia el hombro, donde suele quedar muy fino y elegante un acabado en forma de pequeña espiral. También puede conseguirse este efecto yendo hacia el mismo hombro del lado donde parte, o marcar solo la dirección por la zona del costado.
En la parte trasera de la cintura o baja de la espalda sí que podemos realizar trabajos tanto circunscribibles como horizontales y verticales de cualquier tamaño, siempre y cuando estén centrados en la vertical de la columna, ya que es un elemento que evidencia tanto la simetría del cuerpo que no podemos pasar por alto su presencia.
En el caso de tatuajes verticales de tamaño considerable sí tenemos la posibilidad de desplazarlos hacia la región lumbar, siendo a esta a la que se somete, en cuyo caso la espina dorsal cumple la función de delimitar la zona tatuada, separando el hemisferio virgen del tatuado.
La baja espalda femenina asimila bien los tatuajes alargados sin necesidad de adentrarse en la zona púbica, trazando como en el pubis una forma de “V” pero en esta ocasión el vértice se localiza sobre el hueso sacro y dibuja sobre la parte superior de los glúteos una curva cóncava en lugar de la convexa que definen las caderas en la parte anterior.
Esta curvatura sobre los glúteos era muy popular a finales de los noventa y principios de la década 2000-10, durante el período de auge del estilo tribal urbano, y embellece el cuerpo de la mujer creando un efecto “piernas largas” similar al de los bikinis altos
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