Las manos son una parte del cuerpo muy especial e importante. Tienen la función de manipular objetos y herramientas además de ayudarnos a percibir detalles que la vista no puede, como la temperatura y la textura de los objetos.
Esto se debe a que la palma de las manos es la zona del cuerpo donde tenemos más desarrollado el sentido del tacto, por lo que cuando necesitamos tocar algo instintivamente recurrimos siempre a ellas.
El motivo de que el sentido del tacto esté hiperdesarrollado en las manos es debido a que la piel de la palma y las yemas de los dedos tienen un perfil irregular que multiplica la superficie de contacto de estas, creando las huellas dactilares.
La agudeza del tacto de nuestras manos requiere una presencia extra de neuronas receptoras de estímulos por parte de nuestro organismo, por lo que la red neuronal es más amplia y compleja en esta zona del cuerpo.
Las manos son aparte de la cara la parte del cuerpo más expresiva. El conjunto de la muñeca y los dedos confieren a la mano una movilidad inusual, permitiéndole incluso comunicarse con los movimientos que realiza.
La cantidad de estímulos que el cerebro es capaz de registrar es limitada para los cinco sentidos, y está controlada por la atención. Si vemos una gran cantidad de fotografías en una pared nuestro cerebro no es capaz de asimilar toda la información que recibe. Puede fijarse en una visión del conjunto o acercarse a ver las fotografías una a una.
También cuando hay muchos estímulos auditivos tenemos que concentrarnos para poder mantener una conversación, apoyando incluso nuestra percepción en el sentido de la vista para leer los labios y el lenguaje corporal de la otra persona.
Esta limitación de cantidad percepción de estímulos que tiene el cerebro es una de las claves para evitar el dolor que produce un tatuaje.
Como ya vimos en la primera parte de este artículo, la atención no debe centrarse en la sensación de la aguja en la piel. Esto a veces no es sencillo, ya que el dolor es un sentimiento que atrae mucho la atención al ser una sensación muy primaria.
Hay gente que procura evitar el dolor infligiéndose daño en otra zona del cuerpo, por ejemplo mordiéndose para dividir la sensación que llega al cerebro, o tensan la musculatura. Estos métodos son ligeramente efectivos solo por un instante, pero el gasto de energía que suponen aceleran la aparición de la fatiga, luego adelantan el punto crítico de resistencia física.
Este punto crítico de resistencia al dolor varía según la fortaleza mental (no física) del individuo, su predisposición positiva y la dosificación de la energía. Inevitablemente tarde o temprano la concentración y la resistencia flaquean. Normalmente una persona que acude bien mentalizada a una sesión larga de tatuajes suele comenzar a quejarse al final de esta, independientemente del número de horas que se hayan planificado. Esto es debido a que psicológicamente el usuario viene resignado a aguantar el dolor un tiempo concreto, y cuando este tiempo está ya cumplido o a punto de cumplirse la impaciencia provoca el cese de concentración.
También hacer pausas excesivamente largas provoca un enfriamiento tanto de la piel como mental que hace que la vuelta al pinchado se haga menos llevadera. Si por un casual es necesario un descanso éste no debe ser superior a cinco o diez minutos para no desconectar el chip de lo que se está haciendo.
En principio la llamada de atención es proporcional a la intensidad del estímulo que se percibe. Cuanto más fuerte es un sonido más atrae nuestro interés o más nos distrae de otras ocupaciones como la lectura. No obstante, en especial para desarrollar empresas creativas, en ocasiones la música apropiada facilita la ejecución de estas, ya que el organismo recibe un estímulo que carga el espíritu de emoción, la cual proyectamos hacia aquello que queramos crear. Es como si el estímulo motivador fuese el combustible del ánimo y la inspiración.
Los estímulos del exterior que facilitan la motivación como la música o la atracción estética son los que cargan al individuo de energía positiva. Toda energía puede tener una carga positiva o negativa. Aparte de la energía eléctrica, el frío puede considerarse energía calorífica negativa, y una energía cinética con misma dirección y sentido opuesto es también negativo con respecto a la fuerza original.
Cuando la energía positiva y negativa se igualan se dice que el elemento que la contiene adquiere un estado neutro. Es este el estado en el que debemos estar cuando recibimos la aplicación de un tatuaje. Nuestro organismo requiere según la ocasión una carga de bioenergía positiva, negativa o neutra.
La energía positiva es la que nos impulsa a realizar acciones constructivas, nos motiva y nos da ánimos, pero aunque este sea el estado mental más recomendable también necesitamos momentos de equilibrio, de neutralidad, para evitar el cansancio. Hasta de disfrutar nos aburrimos, y el descanso es muy necesario y requiere un estado neutro, necesitamos tranquilidad para no agotar nuestra energía.
La energía negativa es también necesaria en nuestras vidas. En ocasiones cuando intervienen elementos como el egoísmo, la envidia o el rencor, los seres humanos nos vemos obligados a cargar nuestro espíritu de energía negativa para defendernos de agentes sociales divergentes.
El estado negativo de actitud es muy útil como mecanismo de defensa, pero a nivel general no es recomendable mantenerlo como algo habitual. El miedo, el odio o la tristeza son elementos básicamente negativos que acortan nuestra vida. Hay sensaciones como la melancolía que aún siendo negativas nos resultan agradables. Cada persona tiene una predisposición energética característica, su energía tiene un sabor particular, por eso es importante relacionarse con personas con una energía compatible con la nuestra y evadir a las que no nos interesan.
A veces la gente se siente más realizada siendo infeliz o disfrutan más criticando a sus semejantes que viviendo sus vidas de la mejor manera posible. Como el objetivo de la mayoría de nuestras vidas es básicamente la felicidad y el bienestar propio y de nuestros seres queridos, lo más conveniente es esforzarnos por mantener un estado general positivo. Alejar de nuestra conciencia lo antes posible los sentimientos negativos para que la vida que nos haya tocado vivir sea lo más hermosa posible. Son dos días y hay que disfrutarlos, y nuestra felicidad depende de nuestras elecciones personales y nuestra capacidad de adaptación a las circunstancias adversas.
Bueno, tras este breve lapsus moralista seguimos con lo nuestro. Durante la realización de un tatuaje nos sometemos a una prueba de control energético, por lo que es tan importante la predisposición positiva. Nunca conseguiremos hacer algo si previamente no nos sentimos capaces de ello.
El estado neutral a pesar del dolor se basa en una búsqueda del equilibrio. Cada persona tiene una clave particular para ello. La experiencia personal del aplicador de la técnica es muy importante para la buena motivación del usuario, sobre todo si es principiante. Un tatuador que le resulte cercano, amable y comprensivo al cliente tiene mucho más poder de convicción a la hora de manejar el estrés del usuario y de positivarlo, pero es la receptividad de este y la predisposición las que tienen la última palabra.
El hecho de que el cerebro tenga una limitada capacidad de percepción sensorial y una ilimitada capacidad de autosugestión nos brinda la oportunidad de conseguir el equilibrio espiritual pese al dolor. A pesar de que la intensidad sensorial que contiene el dolor es un gran reclamo para nuestra atención, podemos dirigir esta hacia otro estímulo de menor intensidad cuando aceptamos el dolor como algo natural.
Mantener una conversación, escuchar música, leer, ver imágenes o seguir la evolución del tatuaje si es posible son tácticas muy útiles para olvidar la sensación de dolor a la que nos vemos sometidos durante la realización del trabajo.
Cuando estas tácticas de distracción no son suficiente deben ser sustituidas por la concentración.
En este caso no basta con dejar nuestra mente en blanco sino que debemos redirigir nuestra energía para compensar la negatividad que el dolor nos genera, para lo cual las manos son la mayor herramienta de la que disponemos.
Sí hay alguna parte del cuerpo electrosensible (como el hocico de los tiburones) o capaz de proyectar nuestra energía, esa son las manos. En el siguiente y último capítulo veremos a modo de conclusión el método para evitar el dolor mediante los movimientos de la mano y la respiración.