En estos momentos de parón por el COVID-19 en los que todos estamos sufriendo las consecuencias de una forma u otra ya sea por miedo, soledad o enfado es la ocasión ideal para muchos para meditar acerca de nuestra situación anterior, actual y posterior a la crisis. Es hora de plantearnos cambios con respecto a nuestra actitud y proponernos mejoras.
Es un momento de incertidumbre, en especial para los autónomos que nos hemos visto obligados a cerrar nuestros negocios pero tenemos que seguir pagando nuestros gastos sin tener ingresos económicos, sin saber si vamos a recibir la suficiente ayuda o siquiera alguna, especialmente cuando hemos tenido que cerrar durante el principio de la temporada fuerte.
Es en estos momentos tan críticos cuando el conflicto interno genera más motivación en el individuo, cuando se sacan fuerzas de flaqueza y se plantean propósitos de una manera más firme. Si algo no nos falta ahora mismo son cosas en las que pensar y tiempo para hacerlo. Es el mejor momento para replantearnos esas cosas que nuestra vida cotidiana no nos dejaba.
En alguna otra ocasión he comentado en otros artículos o en algún capítulo del libro que es en los momentos en los que sufrimos cambios significativos en nuestras vidas cuando tenemos mayor tendencia a exteriorizar estos cambios y una mayor necesidad de hacerlo de manera permanente para no olvidarlo, cuando sentimos más ánimo de hacernos un tatuaje* que nos recuerde las reflexiones a las que hayamos llegado durante nuestro encierro.
Habrá a quien solo se le ocurra tatuarse “Yo sobreviví al Corona virus”, pero no es esto a lo que me refiero. Lo que yo quiero decir es que en estos momentos en los que nuestras rutinas, obligaciones y aficiones se ven suplantadas por el agobio, el aburrimiento o la desesperación es la hora de reflexionar.
Nuestras caóticas vidas mundanas y el estrés que supone la supervivencia en el estado natural al que estamos acostumbrados no suelen dejarnos tiempo para pensar en temas más espirituales, en cosas menos existencialistas. Ahora que nos vemos obligados a quedarnos en casa y no poder hacer nada por mantener nuestras antiguas necesidades salvo esperar a que nos den permiso para volver a luchar por mantener nuestras vidas dentro de la sociedad, algunos mirando impotentes cómo cada día perdido te lo pone más difícil para volver a levantar cabeza cuando se recupere la normalidad es el momento de hacer examen de conciencia e intentar evolucionar conceptualmente, de replantearnos si es la adecuada nuestra actitud para con nuestros semejantes (queridos u odiados), con nuestro entorno o con nosotros mismos.
Es un momento idóneo para pensar en si nuestro modo de actuar debe ser el mismo que antes del enclaustramiento o si debemos cambiar nuestra actitud en alguno de los aspectos y de qué manera, como muchos hacemos propósitos para el año nuevo.
Este tipo de reflexiones sí son fructíferas suelen arraigarse en nuestra conciencia y normalmente este tipo de motivaciones son las que producen mejores ideas para reflejarlas también en nuestra piel. Podemos usar este obligado parón en nuestras vidas para avanzar en nuestras ideologías personales, en nuestros ideales y en nuestros propósitos.
Esta especie de arresto domiciliario que a todos nos perjudica puede hacernos darnos cuenta de las cosas que de verdad importan, valorar lo que teníamos y aprender qué cosas hay que cuidar y a qué debemos dar importancia, y una bonita forma de que no se nos olvide es reflejar con tinta en nuestro cuerpo las conclusiones que saquemos ahora que tenemos tiempo de pensar. Dentro de lo malo una de las pocas cosas productivas que podemos sacar es el crecimiento espiritual e intelectual, y cuando por fin recuperemos nuestra libertad y nuestro mundano ritmo frenético de vida hayamos obtenido algo beneficoso, una mejor actitud más beneficiosa para nosotros y el resto de la sociedad y el ecosistema en el que todos tenemos que convivir.
La mayoría de nosotros no hemos vivido ninguna gran guerra o una epidemia verdaderamente nefasta como la gripe española o la peste negra, estamos muy acostumbrados a las facilidades de la vida moderna y por esto a muchos de nosotros esta pandemia que ha alterado nuestra normalidad nos parece una gran tragedia. Nuestros problemas son tan grandes como incapaces seamos de solucionarlos, y las comodidades y facilidades de las que disponemos hoy en día nos vuelven inútiles y nos hacen desconocer el verdadero sentido de la palabra supervivencia, esperemos que no tengamos que hacerlo ahora por las malas y que todo este conflicto se solucione sin mayores perjuicios.
Esperemos también que de este conflicto obtengamos una mayor solidaridad entre las personas, un refuerzo entre los lazos sociales y una mayor empatía entre los seres humanos, que el conflicto sirva para estrechar los vínculos y para ser más solidarios y comprensivos con nuestros semejantes, que nos haga crecer como personas y que no se nos olvide lo que hayamos aprendido ni las conclusiones que hayamos sacado de esta llamada de atención, que con el tiempo recordemos esta desagradable situación como el acontecimiento que nos hizo abrir los ojos a una realidad más justa. Ánimo a todos los que lo estéis pasando mal.
ANTERIOR | SIGUIENTE
INDICE LIBRO | INICIO
PUBLICACIONES | GALERIAS