El tema que nos abarca este interesante artículo es algo que sin duda todos los que llevamos mucha tinta o acero en el cuerpo nos hemos planteado alguna vez durante alguna sesión en la que nos haya costado mantener la concentración para controlarlo:
¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE EL PLACER Y EL DOLOR?
A nivel cerebral el dolor y el miedo estimulan la amígdala basolateral, mientras que el placer está asociado al núcleo accumbens, en la región orbitofrontal de la corteza cerebral. Ambas regiones cerebrales están conectados por el circuito de la dopamina.
La dopamina es un neurotransmisor contenido en las neuronas dopaminérgicas, y tiene multitud de funciones en el cerebro. Es responsable del aprendizaje, la atención, el humor, el sueño, la motivación, etc. Basan su comportamiento en el procedimiento ensayo/respuesta.
Habitualmente las sensaciones de placer y dolor se anulan la una a la otra, existiendo un estado neutral de no estimulación desde el que puede inclinarse hacia un estado o el otro, vamos a llamar positivo al placer y negativo al dolor, aunque esto pueda ser cuestionable.
Cuando buscamos la situación en la que el dolor y el placer puedan coexistir habitualmente pensamos en primer lugar en el tema del sadomasoquismo, en personas con cierto supuesto mal funcionamiento de la región frontal del cerebro que genera este tipo de parafilia. En esta práctica de tipo sexual no es exactamente que la persona disfrute del dolor en sí, sino que el placer lo produce el cese del dolor, por lo que técnicamente no son del todo simultáneas o induce a plantear ciertas dudas.
Según este planteamiento el placer solo se combina con el dolor en el momento en que este se atenúa o desaparece. Es necesario que exista cierto sufrimiento para que el disfrute aparezca en forma de alivio.
Según estudios del CIMCYC (Centro de Investigación de la Mente, el Cerebro y el Comportamiento) la relación entre placer y dolor no está totalmente contrapuesta ni limitada a una disyuntiva radical, sino que es posible sentir ambas cosas a la vez, aunque lo más normal es que predomine una sobre la otra cuando ambas sensaciones coexisten simultáneamente en nuestro sistema nervioso, pero al ser dos núcleos separados (aunque conectados por el circuito dopamínico) pueden ser estimulados al mismo tiempo.
Según experimentos de la Universidad de Carolina del Norte que el cerebro produce dopamina cuando siente un dolor suficiente a modo compensatorio. Este fenómeno puede servir como alivio momentáneo, aunque nunca va a aplacarlo completamente mientras persista el origen del estímulo.
“La mejor forma de buscar placer no es mediante el dolor o la falta de él,
el placer es ocio, el dolor es preparación y aprendizaje.”
(Cosecha propia)
Como mezcla de placer y dolor, el anillado* en zonas erógenas como el pezón tanto masculino como femenino durante los primeros días es posible sentir durante los primeros días un dolor placentero o un placer doloroso.
También la adrenalina es un potente atenuante del dolor, el cual ignoramos durante el crispamiento nervioso que producen las situaciones de acción o de peligro, como instinto de supervivencia.
Durante un tatuaje* en una zona dolorosa como puede ser el costado, si el trabajo requiere un sombreado de muchas capas, en el que hay que pasar varias veces por piel ya caliente llega un momento en el que cuando piensas que tu resistencia está al límite y te relajas por un momento, te rindes y durante un período de entre medio y dos minutos en el que te has desinflado de repente el dolor se vuelve una especie de cosquillas, es una sensación parecida a un orgasmo (de tipo muscular, no sexual) en la que sigues sintiendo los trazos de la misma forma pero la sensación que interpreta el cerebro es diferente, agradable. Por mucho que empujes un péndulo tarde o temprano termina oscilando hacia alguna parte.
Desgraciadamente esta sensación no perdura más de un par de minutos, luego se vuelve igual de duro en caso de estar siendo una sesión difícil, todos tenemos días mejores y peores.
Al margen de estas situaciones extremas en las que el dolor nos sobrepasa (que no son las habituales, no tengáis miedo los que no os habéis hecho nunca un tatuaje) también hay gente que dice que el hacerse un tatuaje no le duele, al contrario, le gusta.
Los que ya me conocéis o habéis leído las cinco partes del artículo “CÓMO CONTROLAR EL DOLOR EN UN TATUAJE” sabréis que tengo una visión bastante clara de cómo hacerlo, que he tenido muchos años para estudiarlo de primera mano o por contacto con mis clientes, desde 1996 llevo escuchando las impresiones y descripciones de mis clientes que ya se cuentan por miles en estos más de veinte años, más de dos décadas escuchando la definición y observando la reacción de todos y cada uno de ellos frente a algo tan íntimo como el dolor.
Siempre he pensado que se puede aprender algo de cada cosa. Normalmente cuando un usuario* tiene como único tema de conversación “ahí duele más… ahí casi ni lo noto…uf, ahí sí que me duele…” (que siempre es mejor que “Ay, me duele mucho… no puedo, eh? no puedo… vamos a parar otro poquito”) la experiencia sabe hacer al tatuador* experimentado desviar la atención del usuario hacia algo que no sea el dolor en sí. El estudio de cómo aborda cada caso este tema hace que el tatuador ensaye distintas estrategias para ayudar a calmarse al usuario que viene con una predisposición inadecuada para recibir la técnica.
El manejo del estrés es una parte muy importante de la responsabilidad de un tatuador para con el coleccionista*, especialmente si es la primera vez que se hace un tatuaje. La diferencia entre un cliente tranquilo y motivado y uno nervioso y asustado es abismal. Saber orientarle y tranquilizarle, mostrar apoyo, simpatía y empatía, cercanía y entendimiento, confianza y amabilidad van a ser la diferencia entre una sesión amena o tortuosa tanto para el artista como para el coleccionista.
Normalmente el sentido del humor es la más valiosa de las armas para conseguir que una persona abandone un estado mental negativo. Una comparación chistosa que les hago a mis clientes cuando los veo bloqueados, centrados en su predisposición a sufrir probablemente por venir mal aconsejados, es la siguiente:
(Haz click para desplegar ejemplo con contenido humorístico -AVISO: contenido escatológico-) En mitad de una situación seria en un ambiente profesional conseguir una carcajada es eliminar de un plumazo todas las tensiones, crear complicidad y coordinar la dirección de las energías que intervienen para que se apoyen hacia un objetivo común en lugar de luchar entre ellas. Soy un ferviente defensor de la risoterapia, al menos una vez al día intento poner la música a tope en casa y hacer el payaso un rato, bailar y hacer todas las payasadas que no harías delante de casi nadie, soltar diez minutos el niño que todos llevamos aún dentro, olvidarnos de todo y reírnos de inexplicable alegría, activar la circulación, olvidar la vergüenza, reírte de ti mismo, expulsar tensiones, tabúes, remordimientos y simplemente saltar de pura euforia infundada. La música es la jalea del espíritu. Cuando haces esto un rato en tu casa en soledad luego miras tus problemas con otra perspectiva, mucho más positiva, más optimista. Como ya he mencionado en varios artículos el tipo de reacción ante la aplicación de un tatuaje (y ante cualquier situación en la vida) es cuestión de actitud mental. Una persona que viene convencida de que le va a hacer mucho daño, que va a ser insoportable está predestinada a pasarlo mal de antemano, su sistema de percepción va a exagerar y a acentuar la sensación desagradable en parte porque toda su atención se va a centrar en ella. La mente es una prisión difícil de eludir. Una persona que viene con una predisposición positiva, que sabe lo que le van a hacer y que está seguro de que con convicción y un poco de autodisciplina es fácil de sobrellevar no solo va a interpretar el dolor con otra mirada, sino que al no ser controlado por él es capaz de entenderlo y dominarlo. No hay control sin conocimiento y entendimiento. Obviamente hay un umbral del dolor (más elevado en las mujeres, por genética resisten mejor el dolor) que influye en la tolerancia, así como unas zonas más dolorosas que otras, pero cuando la actitud es positiva es posible disfrutar incluso de la sensación de las agujas en la piel. Uno de los casos en los que más se puede disfrutar de la aplicación del tatuaje es cuando la zona permite al coleccionista observar con comodidad la realización de este sin interferir en el trabajo. El ir descubriendo cómo cada tipo de pinchado va dejando una huella diferente en la piel ayuda a entender al usuario el por qué hay que hacerlo así, el ir viendo cómo evoluciona el proyecto en la piel que va siendo cada vez más hermoso da al tatuado una motivación al aportar sentido al sacrificio que está haciendo. Como sistemas de ayuda a la motivación, a continuación incluyo un enlace a dos artículos relacionados con el tema y un capítulo del libro “Componiendo sobre el cuerpo” Que habla sobre las relaciones entre el tatuador y el coleccionista. *(Palabras contenidas en el GLOSARIO)“EL TATUAJE TERAPÉUTICO“
“EL SIGNIFICADO DE LOS TATUAJES“
“TATUADOR Y TATUADO“
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