Una vez más volvemos con una nueva tanda de fotografías de tatuajes* del año 2015, del cual ya no queda demasiado. En cada recopilación por fecha los que me seguís sabréis que suelo recurrir en este apartado concreto a cierta “escritura libre”, en la que trato distintos temas relacionados con el tatuaje en mayor o menor medida.
Esta escritura libre es un mecanismo muy útil como método de inducción a la creatividad. De hecho, en el libro “Componiendo sobre el cuerpo” (CSEC) que se encuentra publicado en esta página, en un principio surgió como un ensayo mucho más corto (2006) en el que tras los tres primeros capítulos (Introducción, El tatuaje como Arte y Tatuador y tatuado) que mantuve habían descritos distintos MÉTODOS DE INDUCCIÓN tanto para inspirarse a la hora de decidir el diseño para un tatuaje como para su ubicación en el cuerpo.
Cuando en 2012 decidí retomar este proyecto para mi trabajo de Fin de Carrera en Bellas Artes decidí eliminar esta segunda parte para sustituirla por un resumen de ESTILOS DE TATUAJE y otro de CÓMO SITUARLOS EN EL CUERPO, y los métodos de inducción al motivo* y a la zona quedaron fuera y no volví a sacarlos. De hecho puede que ni siquiera los conserve por escrito, aunque si me pongo creo que podría recordarlos todos.
Como decía, la escritura libre es un sistema muy efectivo para llegar a ideas cuando no se nos ocurre nada o cuando no somos capaces de darle forma a una idea. Nadie tiene por qué leer luego lo que hayas escrito, por lo que tienes absoluta intimidad y una vez hayas definido tu idea puedes borrar o destruir lo escrito, era solo un sistema de ayuda para un fin.
“Comienza por elegir un momento y lugar adecuados para hacerlo, en el que estés tranquilo/a y no tengas prisas ni distracciones. No busques espacios a los que estés habituada/o a no ser que sea un lugar al que vayas expresamente para relajarte. El campo, la playa, los parques, miradores o lugares con vistas agradables para ti (hay a quienes nos gusta lo tétrico y lo siniestro, en este caso un cementerio es un buen lugar donde sentarse a escribir) son buenos lugares a escoger.
El estar en espacios abiertos beneficia mucho nuestra receptividad (si no se padece agorafobia) para llevar una escritura libre que pueda llevarnos a conectar con nuestras musas.
Observar un paisaje en silencio y soledad o a los niños jugar en el parque ayuda a alcanzar la paz y la tranquilidad que una persona necesita para aparcar sus problemas de diario (que siempre van a estar ahí) y relajarse.
Cuando llevemos el tiempo necesario para desconectar de las cosas cotidianas, perjudiciales o innecesarias de nuestras vidas podemos comenzar a recordar o evocar sentimientos o ideas que tenemos en el subconsciente, inquietudes que nunca dejamos aflorar en nuestro espíritu porque nos absorbe la necesidad de satisfacer lo más primario y la búsqueda de la prosperidad económica, social y sentimental, olvidando que es a nosotros mismos a los primeros que tendríamos que agradar.
Según nuestra propia psicología cada persona encontrará la inspiración en un mismo entorno, en la playa habrá quien mire el cielo y las nubes, el mar y las olas, las piedras en la arena o las gaviotas. Cada estímulo evocará un pensamiento distinto en cada persona.
Sin querer llegar a ningún sitio empezaremos a escribir sobre lo que se nos vaya ocurriendo en este estado y entorno. No importa lo que escribamos, nadie va a leerlo. Si mientras paramos de escribir vemos alguna otra cosa del paisaje o escena que estemos contemplando que capte nuestra atención podemos cambiar y escribir sobre ello o relacionarlo.
Si seguimos un rato tarde o temprano alguna de las ideas que introduzcamos nos parecerá interesante y nos apetecerá desarrollarlo. A veces esto nos lleva a una vía muerta. En estos casos no hay que desesperarse porque la frustración impide que fluyan las ideas.
No es tampoco conveniente ofuscarse en un camino por no empezar de nuevo. Si una idea no resulta fructífera es mejor apartarla y seguir con otra, así tal vez encontremos algo que nos llene más o nos descongestionemos y veamos con más claridad la solución al otro planteamiento.
Una vez que hayamos pillado el hilo y se nos ocurra la idea de lo que queremos expresar la imagen de lo que quieres tatuarte debería ir surgiendo simultáneamente, hasta que ya no necesites escribir más.
Acuérdate de sintetizar el mensaje, no quieras introducir más elementos y detalles de lo recomendable, algo acorde con el tamaño del tatuaje que te quieras hacer y pensando en que resulte estético.
Si tienes dudas sobre cómo resolver la idea puedes acudir a un tatuador de confianza o a alguien cuyo criterio respetes (e ignora a los listillos) y tal vez juntos consigáis darle más consistencia a la obra para que el mensaje sea más tangible aunque no necesariamente literal”