De entre todos los tatuajes difíciles de tapar si tuviéramos que escoger lo más complicado sería imposible decidir si el reto más desafiante para un cover-up son los grandes tribales negros o las grandes superficies de color con líneas en su interior.
Como ya hemos visto en otros ejemplos de tapados de tatuajes en tinta plana* grandes y negros (y otros que aún faltan por publicar, los que siguen esta página sabéis que estoy especializado en tapados de tatuajes) este tipo de trabajos suelen requerir que se utilice color* para que sea más reconocible el nuevo diseño sobre el antiguo, ya que si hay una gran masa oscura y no utilizamos color el resultado que obtendremos al tapar el tattoo sería demasiado negro y no se apreciará el dibujo resultante.
Hay una desventaja tapando un tatuaje de color con respecto a la tinta plana. Cuando tapas el negro con color el resultado es oscuro pero uniforme, se sitúan las sombras de la mejor forma posible para que enmascare el dibujo negro y se aplica el color para dar nitidez al diseño.
El este caso estamos tapando un cover up de un tatuaje con otro. El primer tapado utiliza ya de por sí una cantidad considerable de negro y el resto del diseño está completamente relleno de color.
El cover original consiste en un diseño de dos dragones entrelazados. Para que se distingan bien tienen colores opuestos, rojo y azul con el negro que tapa un tatuaje de un indio americano en el centro.
Este contraste cromático unido a lo homogéneo del relleno hace que sea muy difícil plantear la estrategia a seguir para tapar el conjunto. Cuando tapas el color negro este transparenta un poco, evidentemente, pero si se excusa bien se consigue un resultado válido.
Este tatuaje sin embargo no nos brinda la posibilidad de un tatuaje oscuro pero atractivo, sino que al tener el rojo y azul (que también van a transparentar un poco) ocupando la totalidad de la superficie hubo que buscar una solución cromática en lugar de tonal, ya que no estábamos interesados en un trabajo «blackout», que hubiera sido el resultado si hubiéramos tratado de disimular el color con negro al no haber espacios vacíos.
Para resolver esto debíamos utilizar un color intermedio del rojo y el azul, pero el color violeta era una opción arriesgada, ya que demasiado oscuro no iba a apreciarse bien el tatuaje nuevo y demasiado claro no iba a ser lo suficientemente cubriente.
Definitivamente nos decidimos por un color tierra ocre como color general en la cara del demonio japonés samurai que era el motivo* seleccionado por el usuario.
El tatuaje fue realizado en varias sesiones cortas, de dos horas cada una. En cada sesión le dábamos una nueva pasada a las zonas clave para acentuar las zonas de color y en especial los brillos blancos, que son los que dan mayor nitidez al trabajo, para asegurarnos de conseguir la mayor legilibilidad al resultado final.
Para conseguir que el collar de calaveras tuviera un color más claro que el marrón general del rostro del demonio japonés encontramos el problema de que a trozos muy irregulares se cruzaban espacios blancos, rojos y azules, por lo que iba a ser muy complicado conseguir un resultado homogéneo. Para suplir este problema dedicamos una sesión completa a dar una mano de relleno* de blanco sobre estas, y ya en la siguiente aplicamos un tono más claro y anaranjado.
En conclusión, al final conseguimos sacar un buen resultado ante un tapado que parecía no tener arreglo, en el que muchos expertos en cover up se hubiesen negado a intentarlo. Ya veis que con imaginación, paciencia y determinación ningún tatuaje es imposible de tapar.
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