Las articulaciones de rodillas y codos son puntos muy problemáticos para su pigmentación. No solo por la mala aceptación de la piel a la tinta* sino porque también la posición extendida o contraída de la articulación deforma mucho el tatuaje. Los pliegues de la piel son una grave contrariedad que limita mucho la calidad del resultado final, pero si se consigue un buen resultado es una zona estéticamente muy potente y llamativa. Entre las limitaciones que nos imponen estas articulaciones está la imposibilidad de introducir pequeños detalles debido a que la distensión* de la tinta con el tiempo es mayor y las líneas se unen unas con otras. Debido a esto las rodillas y los codos no pueden ser anfitriones de un tatuaje de pequeñas dimensiones respecto a su tamaño.
La mejor forma de que un tatuaje* se ajuste a estas zonas es redondeada. En el caso de la rodilla no tenemos más inconveniente para situarlo correctamente que la deformación del dibujo producida por la contracción y extensión de la articulación. Al estar la rótula presente tenemos su zona central como guía para colocar el diseño, cuyo centro coincidirá con el anterior. No tenemos la misma ventaja cuando queremos centrar un dibujo en el codo, puesto que las protuberancias que generan los huesos del antebrazo, el radio y el cúbito, hacen la articulación más irregular y por lo tanto cuando el tatuaje se deforme por la contracción del brazo perderá en mayor medida las proporciones del dibujo.
Un codo extendido tiene su epicentro al final del radio, mientras que al contraerlo este se desplaza un poco hacia el cúbito, por lo que no hay un centro real y constante. Son muy populares en esta ubicación los motivos simétricos y regulares como las estrellas, las telarañas, los triskells y demás formas circunscribibles, aun siendo las formas menos recomendables para esta región del cuerpo. Es tarea del tatuador conseguir que el centro del diseño quede lo más ajustado posible a ambas posiciones del codo, y si lo consigue obtendrá un efecto muy vistoso, pero no es fácil de solucionar. Además, el tamaño del tatuaje está también muy limitado por la envergadura del codo, ya que si es muy pequeño el efecto de falso centro se acentuará más y si el tatuaje es demasiado grande rodeará el brazo y no podrá verse en su totalidad.
Otro de los motivos más solicitados en las articulaciones del codo y la rodilla son las bandas a modo de brazalete. En ambas zonas vuelven a darse complicaciones debido a lo poco predecible de la piel en cuanto a su elasticidad y hay una gran dificultad para conseguir que la banda quede bien equilibrada. Tanto en el codo como en la rodilla es indispensable que el ancho de la banda sea mayor que la rótula o la circunferencia imaginaria que existe entre las protuberancias del radio y el cúbito, ya que de otra manera no quedaría bien cuando la articulación está contraída. A menudo el círculo de la rótula o el del codo en este tipo de tatuajes se deja sin tatuar cerrando los alrededores con una forma circular o circunscribible, cosa que no es necesaria pero que queda bastante estética.
Otra forma de composición factible para el codo es con formas rectas y alargadas. Visto de espaldas un brazo recto muestra una línea longitudinal imaginaria que al materializarla con la tinta hace que el brazo adquiera una mayor presencia, dándole cierta rigidez pero que transmite y refuerza el movimiento de esta articulación haciéndolo más inteligible y efectivo. Si sacamos al menos un palmo de la mano del coleccionista hacia arriba y hacia abajo en la vertical del codo coincide con la dirección de los tres únicos huesos que conforman el brazo, por lo que los esquematiza, y al flexionar el brazo dan una sensación de prótesis que realza el movimiento de este, como si se tratase de un exoesqueleto. Este realce es mucho más obvio si el tatuaje con el que se marca es en tinta plana y sintético.
No es necesario en realidad que ambas partes tengan la misma longitud, puede utilizarse la totalidad de una de las dos partes del brazo y en la otra insinuar simplemente la proyección direccional que llevaría la otra, dejando que el efecto óptico muestre la evidencia de la intención del recurso utilizado.
Las rodillas y codos son pues ubicaciones con un potente reclamo visual y atractivo estético que presentan serios problemas de composición y conservación, pero que merecen la pena llevar tatuados si se consigue un resultado satisfacctorio.
